Las decisiones rutinarias o las que no implican algún un riesgo percibido, las tomamos sin pensarlo mucho. Por otro lado, las que implican conflicto o pueden afectar nuestro futuro se sopesan con nuestra intuición, que no se equivoca rara vez.
Si pensamos que nos guiamos por nuestro razonamiento, por regla general, nuestro conocimiento es imperfecto, limitado y generalmente sesgado.
